El día 3 de octubre, durante la Semana de la Arquitectura, tuvo lugar en el Colegio de Arquitectos de Málaga un homenaje al arquitecto César Olano. En estas líneas compartimos el homenaje en el que intervinieron José María Romero y Eduardo Olano, y la contribución de Francisco Merino (aquí se puede descargar la presentación):
«NOSOTROS HACEMOS LA CASA Y LA CASA NOS HACE A NOSOTROS»
Dicho griego
Desearía que se entendiese que lo que voy a decir y mostrar de César Olano es algo muy reducido de su extensa obra, pero parte esencial de su hacer arquitectónico. Estamos en el Colegio de Arquitectos. Al mismo tiempo, y sin poderlo separar, es esencialmente personal. Me cuesta cada vez más entender que se pueda ser un buen profesional sin ser un buen ciudadano y un buen ser humano. En el caso de César lo encontramos todo en la misma persona. Un ejemplo impagable para nuestros tiempos de supuestos cambios de paradigmas arquitectónicos y personales.
LA CASA ESTUCHE
1º ENCUENTRO EN LA GERENCIA DE URBANISMO.
La primera vez que hablé con César Olano fue a gracias a nuestra amiga común la historiadora y profesora Charo Camacho, que hizo de intermediaria. Me anuncia que tiene mal genio. Tiempo después, la propia Charo, en referencia a alguna cuestión en la que yo proponía o defendía algún tipo de intervención de César, y le comentaba que mi cariño por él podía invalidar mi propuesta, me decía: «EL CARIÑO ES ALGO QUE NO SE PUEDE COMPRAR. ES UNA SUERTE Y MUY BUENO PODER MOSTRARLO». Y así lo he hecho desde entonces, como lo hago ahora. No creo que invalide lo que voy a decir de él.

(imagen: Martiricos, Stella Maris y Edificio Luz)
2º LAS IDEAS DE MODERNIDAD.
Hay tres edificios que yo salvaría de la Málaga contemporánea: El Instituto Martiricos de Miguel Fisac (1), la Iglesia/convento de Stella Maris de José María García de Paredes (2) y el Edificio Luz de César Olano y Carlos Verdú (3). Son tres versiones muy distintas de la modernidad arquitectónica, que enlazan bien con las ideas de modernidad que se tienen en ese momento en el resto del mundo occidental.
TRES VERSIONES DISTINTAS DE LA MODERNIDAD:
1 Fisac. OPTIMISTA: anuncia un nuevo mundo donde la técnica y la disciplina arquitectónica lo resuelven todo. La arquitectura es una máquina para habitar. Esta arquitectura cambia los hábitos de la gente, para bien y para mal. Frente a la arquitectura tradicional, siempre ofrece unos espacios que resbalan y unos materiales nuevos y sofisticados a los que cuesta acercarse y tocar: sólo ver.
2 García de Paredes. TÉCNICO PRAGMÁTICA: la técnica arquitectónica moderna resuelve eficientemente determinados problemas. En este caso, un convento se cuelga sobre una iglesia por falta de espacio en el centro de la ciudad.
3 Olano. MÁS PRAGMÁTICA, MENOS OPTIMISTA, CASI DESCREÍDA: la arquitectura mezcla lo moderno -que queda supeditado a lo real-, con lo existente (propuesta mucho más sostenible y actual). Esto no impide las referencias «cultas» al Neoplasticismo, a la arquitectura Metabolista, a Torres Blancas, a un cambio de rumbo incierto en la arquitectura…

(Imagen: Torres Blancas y Edificio Luz)
3º IDEA DE ARQUITECTURA. LA IDEA DE ESTUCHE. CONTENIDO FRENTE A FORMA.
EL EDIFICIO LUZ.
El estuche suele ser una caja resistente que guarda en su interior la forma exacta en negativo de un objeto precioso, delicadamente protegido habitualmente con terciopelo.
Frente a la pretendida dureza del exterior, que queda matizada por una cierta maleabilidad formal del hormigón y los paramentos verticales o columnas de ladrillo visto, el interior es otra cosa: LA CASA COMO LUGAR DEL HÁBITO DE UNO, junto con las personas próximas y junto con sus objetos apreciados.
(Imágenes: exterior del Edificio Luz)
(Imágenes: la casa y estudio de César en el Edificio Luz)
CASA VIVIDA – ESTUDIO VIVIDO. En este sentido, se puede citar a Adolf Loos, para quien sólo pertenecen a la Arquitectura con mayúsculas el monumento conmemorativo y el funerario. Justo las dos arquitecturas que no son para habitarse. La Arquitectura crea objetos para conmemorar. Para César, la arquitectura crea espacios para ser vividos.
4º LAS IDEAS DE TERNURA Y NEOTENIA Y ARQUITECTURA
LO QUE NOS DIFERENCIA COMO SERES HUMANOS: TERNURA y NEOTENIA (en el sentido del biólogo Humberto Maturana). Además, dos condiciones de la inteligencia para la biología actual.
En este punto, son pertinentes los conceptos de Maturana, y pretendo hacerlos o convertirlos en arquitectónicos. O mejor dicho, en el caso de César, son esencialmente arquitectónicos, a la vez que esencialmente personales.
La TERNURA: La inventan las madres mamíferas amamantando a sus crías. Supone una cierta blandura interior para acoger a otro. Pero también es la capacidad de ponerse en la situación de los demás. El saber que los otros, los demás, tienen sus propios mundos, o que al menos tienen todo el derecho a construírselos personalmente. Y no sólo esto, sino que es muy bueno que sea así: biodiversidad.
Cuando se tiene la fortuna de viajar con él y visitar cualquier edificio que le interesa (todos los tradicionales), o hablar con él en su estudio, siempre se comprueba su MUCHO SABER, su MUCHO SABOR y NINGÚN PODER. Nunca te dejará como un ignorante, aunque sepa y haya investigado mucho más que tú. Del estudio de César siempre se sale mejor arquitecto y mejor persona.
TANTO EN LO ARQUITECTÓNICO DE SU CASA/ESTUDIO, COMO EN SU TRATO PERSONAL, SU CAPACIDAD DE PRODUCIR Y OFRECER TERNURA DEFINE MUY BIEN A CÉSAR.
La NEOTENIA. Es la capacidad de comportarse como infante, como niño, en la madurez. Es la capacidad de la curiosidad, de estar atento a lo que aparece ante uno, de disfrutar de lo lúdico, del juego, de la diversión, de ampliar el conocimiento, siendo adulto.
Del estudio de César también he salido casi siempre con lágrimas en los ojos de no parar de reírme. Su humor socarrón, ácido y irónico dan cuenta de su inteligencia. Él siempre me ha llamado MAESTRO DE BROMA Y YO A ÉL EN SERIO MAESTRO DE MAESTROS (así lo tengo firmado en alguno de los dibujos que me pidió y le regalé para su galería de dibujos de amigos).
5º EL HACER BIEN HECHO. NADA DE PRESUNCIÓN. EL OFICIO DE CONSTRUIR.
Una historia normal, que todo el mundo entiende: COMÚN, ES DECIR, DE TODOS.
En Málaga, presumir nos sale mal. Cuando representamos lo que no somos quedamos como unos «merdellones».
De ahí el comentario certero del profesor Alfredo Rubio: «aquí, cuando queremos hacer arquitectura high tech, nos sale tecnochochi».
De la misma manera, a los más lúcidos parece que cuando intentan hacer algo que desborda su capacidad, se les queda como hecho a desgana, como sin interés… Ésta es una de las razones que creo lleva a Rogelio López Cuenca, uno de los artistas más internacionales de Málaga, a tener una página web titulada «MALAGANA «.
Sin embargo, César reclama para sí lo artesanal, lo que considera verdaderamente auténtico:
La carpintería de armar, las fábricas de ladrillo y piedra (sus masas, sus espesores, sus texturas…), la diversidad de los planos de cubierta inclinada, los revocos, los revestimientos, las cerámicas, la diversidad de suelos, los andamios tradicionales… el mobiliario de madera, la vegetación del lugar…

(imagen: César en la cubierta de una iglesia)
De ahí su interés por la RESTAURACIÓN – REHABILITACIÓN – REUTILIZACIÓN DE LO EXISTENTE
(imágenes: obras de restauración en la Ermita de Archidona)
Si Sainz de Oíza decía en su tiempo que la arquitectura se debería poder medir por cantidades (de peso, de esfuerzos, de pérdida o ganancia de kilocalorías y kilofrigorías…); y los materiales modernos y actuales son metálicos, fríos, trasparentes, lacados, brillantes, satinados…, sin espesor, inasibles; es decir, pretenden hacer resbalar el espacio por las superficies o también anular los límites; al mínimo roce, dejan de valer algo (igual que un coche recién comprado, rayado, vale bastante menos)…
(imágenes: torres almenaras)
La arquitectura de César es justo lo contrario, se mide por cualidades: los umbrales, las penumbras, la luz fuerte o tenue, los cambios y las diferencias de luz, de temperatura, de humedad, de olores… Le interesan los materiales tal y como son: más bien naturales. Le atraen los materiales del entorno que están a mano (es capaz de descubrir la cantera de donde se obtuvieron las piedras de una de las torres almenaras que estudió). Le gusta no mostrar todo a la vez, y LA CUALIDAD POR ENCIMA DE LA CANTIDAD: LOS USOS, LOS DESGASTES Y LOS ROCES MEJORAN SU VALOR.
Cualquier arquitectura es para César un ser vivo capaz de mostrar múltiples cuestiones a quien la observa y estudia. No hay una idea erudita en ella, una presunción, sino un auténtico disfrute en saber cómo funcionan cada material, cada sistema constructivo, cada forma, cada espacio…: lo esencial de su materialidad y sus consecuencias espaciales.
(imágenes: torres almenaras e storyboards)
Son significativas la especie de storyboards que desarrolla con las torres almenaras: explican de manera divertida y muy útil cómo pueden funcionar. Pero las hace sobre todo para él mismo.
César aprende de la arquitectura real, y no de la teoría, aunque tenga una cultura increíble, sea académico de San Telmo y sepa escribir muy bien (cosa extraña entre arquitectos).
ÉL NO PRETENDE TRABAJAR COMO LOS ANTIGUOS, ES DECIR, DE FORMA SIMILAR, SINO QUE SU MANERA DE ACERCARSE A LA ARQUITECTURA ES LA MISMA QUE LA DE LOS ANTIGUOS, SU MISMA ACTITUD (NADA DE FICCIÓN O PASTICHE). PURA AUTENTICIDAD.

(imagen: casa Azuaga)
(imágenes de la intervención en el Convento de Císter)
EPÍLOGO
Desearía haber podido mostrar en estas mínimas pinceladas, algo del respeto, admiración y cariño profundos que siento por César, tanto en lo profesional como en lo personal. Entre muchísimas cosas, es poseedor de cualidades y virtudes a conservar, destacar y reproducir en estos momentos de crisis, en los que todavía no sabemos apreciar del todo, como sí hace César, lo que tenemos y nos rodea, sea arquitectura, ciudad o medio ambiente.
Su profesionalidad y su actitud con respecto a la arquitectura y la vida están de plena actualidad.
Gracias a María, César, Eduardo y por supuesto a Nena madre y a César padre. Muchas gracias a todos.
Málaga, octubre 2012
Por José María Romero
dr. arquitecto, profesor ETSA UGR
TEXTO LEÍDO POR EDUARDO OLANO:

Mi padre vino a Málaga en el verano del 55 junto a unos amigos de la Escuela de Arquitectura de Madrid con la idea de visitar el Coro de la Catedral. En ese viaje conoció a mi madre, a la que pidió en matrimonio nada más verla. La falta de rotundidad en la negativa de mi madre o el hecho de él aún era gallego, hicieron que siete años después se casaran en la Iglesia del Sagrario.
Desde entonces, y hasta ahora, ha pasado una vida en la que se ha convertido en malagueño sin saberlo. Esa transformación la ha sufrido recorriendo y conociendo la provincia en su detalle, su naturaleza y su arquitectura. Ambas, junto a mi madre, han sido fuente de inspiración en su obra.
Hace unos años publicaba un artículo al que tituló “Curso en la Universidad Popular de la Axarquía. Una Lección Magistral de Arquitectura” en el que se confesaba admirador de la sencillez, del encanto y de la belleza de esa arquitectura popular, y en el que lamentaba que la Profesión de alguna forma se hubiera alejado de ella.
Recordaba entonces a su admirada Iglesia de Árchez con su Alminar, construida, y cito literalmente, “Como Dios Manda”, con su cubierta de teja morisca, con sus correspondientes pendientes trazadas con el cartabón de 5 ó de 4 y medio; y lamentaba la alteración de su entorno con una arquitectura ajena.
Nosotros, sus hijos, fuimos testigos, sin saberlo entonces, de cómo él iba empapándose de esa arquitectura popular, con cada fotografía que hacía, con cada dibujo que trazaba en sus libretas de aquellos pequeños cortijos blancos, con sus paseros y sus chimeneas.
Ejercimos entonces de aparejadores accidentales, ayudándole a medir y dibujar aquellas casas y sus detalles. Recorrimos la provincia con él en busca de torres almenaras, o más bien sus restos, confirmando con cada hallazgo la presunción de su ubicación en aquellos cerros para completar un magnífico estudio sobre las comunicaciones de dichas torres con sus castillos. Escalamos campanarios de iglesias para descolgarnos sobre sus cubiertas y acceder así a los artesonados ocultos que muchas iglesias de la provincia atesoran bajo sus techos de escayola, para dibujarlos, tumbado, con enorme paciencia mientras sujetábamos la linterna.
Otro ejemplo de ese amor por la arquitectura popular lo mostraba en otro artículo en el que lamentaba la pérdida de una casa en la Avenida de la Rosaleda: la casa del 73% la llamaba, por ser esa la pendiente de su cubierta. A esta casa, a la que consideraba un buen ejemplo del bien hacer popular, le servía de apoyo para dar, en apenas cuatro párrafos que extraigo de aquel extenso artículo, una hermosa y magistral lección de arquitectura.
Decía así:
“A mí, antes de ser malagueño y de ser arquitecto, me sonaba que la arquitectura popular andaluza se caracterizaba por la presencia y el movimiento de sus tejados, que tenían un gran protagonismo en el edificio; después, ya conociéndola pude comprobar que esta, entre otras, era una de sus características. La cubierta en nuestra arquitectura parece que se eleva girando alrededor de la línea del alero, como queriendo presentarse a modo de una continuación de la fachada.
Pero para que suceda esto, es necesario que estas cubiertas se construyan como antes, con una determinada pendiente, y lamentablemente este modo de hacer se está perdiendo o ya está perdido; esa pendiente era el elemento necesario para que al contemplar una edificación pudiésemos ver al mismo tiempo que su fachada, la importancia de su tejado.
El sostén de las cubiertas se hacía con madera y las maderas se preparaban cortándolas con unos determinados cartabones, de modo que al acoplar las distintas piezas se conformaba la pendiente del tejado. La idea y variedad de los cartabones fue una auténtica y sencilla maravilla ya que de ellos se valían los carpinteros para resolver con facilidad innumerables problemas de su oficio, desde los cortes exactos que era necesario dar a las maderas para que los ángulos que resultasen de su unión propiciasen la formación de estrellas, zafates, candilejos o almendrillas que siempre hay en uno de esos paños impresionantes de los trabajos de lacería, hasta los simples cortes que hacen que los pares de una cubierta, una vez armados, tengan una predeterminada inclinación
Comprendo que esta casa estaría acomplejada al ver crecer a sus vecinas y que estaría deseando dar también ella el estirón; no le discuto sus derechos si los tenía. Solamente quería dedicarle un cariñoso recuerdo a la casa del 73%.”
Mi padre ha vivido su profesión con enorme vocación y pasión. La arquitectura ha sido una parte fundamental de su vida con la que hemos compartido su tiempo y con la que hemos crecido. Ahora vosotros, sus compañeros, le rendís homenaje por su trayectoria y su obra, y nosotros, su familia, nos sumamos a él como complemento del homenaje que cada día le tributamos como padre por el ejemplo de honestidad, de entrega y de saber hacer que nos ha dado a lo largo de su vida.
Muchas gracias.
CARTA DE FELICITACIÓN DE FRANCISCO MERINO, ARQUITECTO

Querido César:
he visto en el periódico que te han ofrecido un homenaje en el Colegio de Arquitectos por tus años de dedicación a la profesión y reconocidos méritos. Pues bien, ésta es para decirte que, si me hubiera enterado (a Marbella no nos llega nada), habría hecho lo posible por asistir, pero como no ha podido ser, no quiero dejar pasar el tiempo sin expresarte que me sumo plenamente a ese reconocimiento, y añadir, aunque ya lo sabes, que siempre te consideré, y te considero, uno de los maestros de los que hemos podido aprender, y una de esas personas que, por su decidido carácter, su amor a la profesión, al Patrimonio Histórico, y a la arquitectura en general, es de las que uno se siente orgulloso de haber podido tratar y relacionarse, aunque poco, con él. En ese sentido, tuve la suerte de poder colaborar contigo en ese magnífico trabajo que has dejado aquí, en Marbella, Torreladrones, que fue una gozada poder subir y acompañarte algunas veces a la torre, y verte dirigir su reconstrucción; porque, tal como estaba, eso es lo que fue verdaderamente, más que una restauración al uso.
Todavía recuerdo, como si fuera ayer, un par de detalles de los que uno cuenta a los amigos como anécdotas relevantes de la personalidad de un profesional a destacar. Una, que es una tontería, pero para mí fue muy importante porque yo era muy joven, y tú uno de los consagrados en Málaga, fue cómo me recibiste en tu casa, porque yo andaba haciendo pinitos en el Archivo Histórico del Colegio, e íbamos a comprar unas cámaras de fotos (con un magnífico presupuesto que me habían autorizado Eduardo Caballero y Cachín –q.e.p.d., y que lo siento–), y tú me invitaste para enseñarme las tuyas y ayudarme en el asunto. Y cuando entré en tu sala de trabajo, me encontré con un fantástico desorden organizado, donde había cámaras de fotos por el suelo, fotos por las mesas, dibujos a medio terminar por todas partes, objetos artísticos, etc., etc., y allí comprendí como funcionaba un arquitecto de verdad, inmerso en su trabajo, nada preocupado por las formas habituales de organización, y capaz de estar metido en un montón de asuntos a la vez, seguramente a cada cual más apasionante. Aparte, me recomendaste que comprara una Hasselblad, cosa que hice, y me asesoraste estupendamente. O sea, que perdiste un buen rato, desinteresadamente, con un crío de 27 años que tenía yo por aquellas fechas.
Y la otra, que es sólo reveladora de tu fuerte carácter, consiste en lo que nos contaron en un municipio de la Provincia, a Paco Jiménez Játiva y a mí –que íbamos por allí, desde la Diputación, a intentar revisar el Plan General, lo que no conseguimos nunca–, unos Concejales, totalmente escandalizados, sobre cómo habías echado de una obra de restauración al Concejal de Obras, que, por lo que dijeron, “lo único que había hecho, el buen hombre, era coger a unos albañiles, y como resulta que era del gremio, empezar a restaurar directamente”, y era porque, por lo que parece, tú debías de haberte retrasado en algo, o no llegaba la autorización de Cultura, o no sé qué; pero lo cierto es que debiste de enfadarte un poco, y lo sacaste de allí de forma imperiosa. Y, por lo visto, se formó una descomunal… Te imagino cabreado, y al Concejal restaurando por su cuenta, y, bueno, tuvo que ser para verlo, que no sabes lo que nos reíamos Paco y yo volviendo a Málaga, porque a algunos próceres políticos de aquel municipio había que verlos, y hasta como se reunían y decidían qué proyectos eran estéticamente correctos, o no. ¡Habría que ver lo que dictaminarían aquéllas buenas gentes! Pero lo más a resaltar, y eso hoy en día lo valoro más aún que en aquel momento, es cómo no te amilanaste ante el político de turno, y reaccionaste como te pareció, sin tener en cuenta posibles represalias, ni otras consecuencias desagradables que otros muchos intentan siempre evitar. Ese era el César Olano que tengo en la mente, y encantado de haberlo conocido.
En fin, no me quiero extender demasiado. Han sido únicamente dos palabras para exponerte algunos de los recuerdos que tengo de ti, junto con el aprecio a la persona y la admiración, como ya he dicho, al profesional. Te reitero que me alegro mucho de ese homenaje, del que solo lamento no haber podido asistir. Espero que estés bien, y que sigas al pie del cañón muchos años.
Recibe un fuerte abrazo de tu amigo Paco.
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