Sobre arquitectura falocrática y feminismos

Compartimos esta reflexión sobre maneras de entender la ciudad y su evolución: una ciudad que busca el progreso que se impone verticalmente y arrasa con lo existente frente a una ciudad que busca un futuro mejor basado en la colaboración simbiótica y el cuidado de las personas y su espacio común habitado y cotidiano.

Muy pertinente en esta semana que se han presentado en la ciudad de Málaga las alegaciones al proyecto de urbanización de los antiguos terrenos de Repsol. En este espacio colisionan la propuesta de la construcción de rascacielos promovida, entre otros, por el Ayuntamiento, con la propuesta de desarrollar un Bosque Urbano para Málaga promovida por vecinos de la zona.

 

Sobre Arquitectura Falocrática y feminismos

vía @paisaje transversal

Las problemáticas epistemológica e ideológica ocultan demasiado a menudo dos idearios de mundo diferentes. Conllevan cosmovisiones del espacio -arquitectónico, urbano y territorial-, distintas y muchas veces contradictorias, e implican resultados antagónicos en la arquitectura y en las formas de vida practicadas en la ciudad. Por ello, ocasionan injusticias espaciales y de otro tipo (sociales, salud, educación, cultura…), que son sufridas por la ciudadanía –especialmente la más vulnerable-, o, por contra, pueden fomentar la potencia de la ciudad como obra común, y siempre reducir injusticias.

Las barreras que impiden ver de otra manera son físicas, pero también mentales. De un lado, individualismo, propiedad privada y mercado; competencia y desarrollo con crecimiento (¡modernidad!). Del otro, simbiosis, cooperación mutualista, bienes comunes, desarrollo sin crecimiento… De una parte, dominar para imponer. Imponer para transformar. Transformar para al final impedir que la gente aprecie las singularidades de sus vidas y espacios habitables y los haga apropiados a sí misma, en lugar de entenderlas, componerlas y cuidarlas.

El espacio de los feminismos existe, está compuesto y será creado en común, conservado con cuidados, reconocido y acogido, hecho a imagen y semejanza de los cuerpos y de los lugares de quienes lo habitan, sean estos humanos o no humanos. Mas, cada vez que olvidamos y después perdemos el espacio habitado -además de ser una pérdida de energía vital inútil y absurda-, nos convertimos en peores seres vivos y ciudadanía de este mundo.

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