Por Héctor Márquez, socio fundador de Rizoma Fundación
Ayer nos comunicaron el tránsito al otro mundo de nuestro queridísimo y admirado Paco Puche. Sabíamos hace semanas que su ida era inminente. El destino ha querido que se vaya tras este homenaje no explícito que le hicimos (Presentación del concierto #TodosConProteo que se celebrará el próximo 28 de julio en el Teatro Cervantes a las 20.30 h.). La mejor manera de recordarlo es continuando y honrando su legado. El de un ciudadano ejemplar. El de un hombre sabio y bueno que quiso cambiar las cosas. Allá donde vayas, que tu espíritu nos siga iluminando. Ahora, más que nunca, nos hace mucha falta.

Paco Puche ha sido el espíritu inspirador de nuestra iniciativa #TodosConProteo. El cofundador de Librerías Proteo Prometeo hace 52 años junto a otr@s profesor@s e intelectuales malagueñ@s se jubiló hace tres después de haber dirigido de manera visionaria un local que se fue convirtiendo en el símbolo de la libertad, el pensamiento crítico, el poder ciudadano y la protección del medioambiente y la Naturaleza. Cada charla que tuve con él a lo largo de mi vida, y fueron muchas, fue siempre estimulante, una invitación a ir más allá. Ayer estuve buscando imágenes por la red para ponerlas durante la presentación. Resultaba curioso, comentaba con mi amigo Jorge G R Dragón, que alguien que estuvo tan presente en miles de iniciativas ciudadanas, siempre crítico con el poder, siempre riguroso, ético y molesto, siempre cargado de razón, tuviese tan poco y tan mal material gráfico. «Es como si la fortísima presencia de su espíritu diluyese su imagen corporal», nos decíamos. En una de estas conversaciones buscando material un muy querido amigo mío, que no quiere que diga su nombre, pero fue compañero fotógrafo de mis años de activo reportero en el diario El País y hoy artista sublime del lápiz retirado en las montañas que expone en galerías contemporáneas de París y no se expone a la mayoría de los hombres, me hizo en menos de media hora este retrato de Paco a lápiz. Recoge su mirada burlona, su afilada inteligencia, su sentido del humor, su eternidad. Querido S., no puedo nombrarte pero no sabes lo feliz que me has hecho.
En la última conversación que tuve con Paco -en Proteo Prometeo, naturalmente, donde siempre me llevaba los libros a puñados, como un niño goloso se atiborraría de barra libre de gominolas- acabó diciéndome: «ah, acabáramos. ¡Entonces lo que tú realmente eres es un buscador!». No recuerdo si lo decía con ironía, con decepción, o como eureka definitivo. Sólo recuerdo que desde ese momento, yo me sentí como tal. Si Paco me decía buscador, buscador sería. A pocas personas he admirado más en mi vida. Si le veía poner el ojo en algo, sabía que era bueno, estimulante, regenerativo, aunque entrañase dificultades. Él siempre ha ido abriendo caminos y guiando, y aunque la pereza o la idiocia no te dejase entender el tesoro que te estaba ofreciendo, te lo ponía cerquita, por si te daba por ahí. Siempre he admirado el humor inteligente, un punto corrosivo, el humor que mantiene ese espíritu del bufón que dice las verdades. Siempre pensé que el mejor alcalde que podría haber habido en Málaga era él. Me duele decirlo, porque quiero a mi ciudad. Pero Málaga nunca estuvo a su altura. Llegó a presentarse una vez por Los Verdes sabiendo que no tenía ni la más mínima oportunidad, tan sólo por introducir en la conversación temas que hoy son de obligado cumplimiento. Fue pionero en esta ciudad en introducir temas como los bienes comunes, la economía circular, el valor del agua, los peligros del amianto, la sociedad de los bienes comunes, la sostenibilidad, los espacios verdes. Paco fue siempre El ciudadano ejemplar. Dios, que buen vasallo si oviesse buen senyor.
Quiero pensar que el espíritu de #todosconproteo le hubiese estimulado. No lo sé. No he podido hablar con él. Cuando Paco dice de retirarse, habla en serio y va y se retira. Paco siempre ha tenido razón llena de razones para hacer lo que hace.
Me contaba Jesús Otaola que durante el incendio, no ardió el edificio, entre otras cosas porque durante su reforma Paco se empecinó en un gasto estructural que no todos los socios aprobaron porque encareció mucho la obra. Años después se demuestra, una vez más, que Paco tenía razón. Como siempre.
Yo cierro los ojos y escucho su voz. Y le escucho reírse. Me gustó siempre la risa de Paco. Acabo de darme cuenta de que a la gran mayoría de personas que soy capaz de escuchar su risa en mi cabeza, las guardo profundamente en mi corazón. No soy capaz de evocar ni una sola risa de la gente que desprecio. No son muchas, afortunadamente. Miro el dibujo de mi amigo y se me calienta el corazón. He estado buscando, Paco, como tú sabías que yo no tendría más remedio, hasta encontrarte, riendo, cerca de mí. Miro esta foto y me digo: «joder, si parece que me mira orgulloso». Y sé que es una mentira que yo me invento. Pero me hace sentirme bien. Sentir orgullo. Como el de aquel niño que con tres y cuatro años entraba en Librería Denis y le dejaban cruzar el mostrador para llevarse un libro o un cuento cada semana mientras Jorge Denis decía «ahí va Héctor Márquez junior, nuestro lector más joven». Y yo me hacía mayor en ese paseo, camino del libro nuevo que me estaba esperando.
Querido Paco, este buscador quiere encontrarte allá donde estés.
Héctor Márquez
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